Guerra Popular (primera parte)

Este trabajo va a constar de tres partes: en la primera, vamos a abordar las condiciones generales de reconstitución del sujeto revolucionario, condición necesaria para que podamos hablar de  Guerra Popular propiamente dicho; en la segunda, se va a tratar de sus condiciones generales, es decir, de la teoría en general, analizando las experiencias concretas y sus aportaciones históricas; y en la tercera y última, de las condiciones particulares para la preparación de la Guerra Popular en el Estado español. Este primer documento va a estar dedicado al sujeto revolucionario y su proceso de reconstitución.

El socialismo no es una subjetividad histórica, la expresión de un deseo de una parte de la humanidad, la parte explotada y empobrecida por el capital, sino el resultado de la confluencia de dos factores interrelacionados: la tendencia objetiva del desarrollo del régimen capitalista de producción con su cénit en el imperialismo y la necesidad histórica de su superación, es decir, la comprensión de su superación por el nuevo sujeto revolucionario surgido de las entrañas de la propia explotación capitalista. Como decimos, si el proceso objetivo del devenir de las relaciones capitalistas de producción está comprendido en el desenvolvimiento de dichas relaciones en donde los agentes sociales actúan como apéndices necesarios del proceso, no ocurre así con la conciencia de hacia dónde se dirige dicho proceso pues ello depende por completo de la posición política que adopta el proletariado revolucionario, el cual también está sujeto a su particular e inevitable proceso histórico.

Para que dicha revolución se materialice es necesario que el proletariado se constituya en partido político, es decir, transcienda su condición de clase en sí para convertirse en clase para sí o, dicho de otra manera, vaya tomando cuerpo en las filas del proletariado la teoría marxista-leninista a través de su vanguardia ideológica. Para ello lo primero que hay que hacer es rechazar de plano tanto la forma como el contenido del partido que la burguesía concibe a imagen y semejanza de su modelo de sociedad, que no podemos negar que en una etapa histórica, la de la formación de clase del proletariado, encandiló a millones de obreros e intelectuales de las distintas capas de la burguesía debido a que las masas explotadas tenían que organizarse y luchar para defender sus derechos económicos y políticos frente a los de la burguesía. En esa época sus reivindicaciones estaban subordinadas a la reclamación de una legislación laboral y social, libertad de expresión y reunión, en donde apoyar su lucha con el propósito de garantizar su reproducción como clase dependiente del capital.

…es necesario que el proletariado se constituya en partido político, es decir, transcienda su condición de clase en sí para convertirse en clase para sí…

Sin embargo, la parte más consciente del proletariado de la época (final del siglo XIX y principios del XX) comienza a comprender que esa no era en realidad su verdadera tarea, aunque inevitable desde el punto de vista histórico. Vislumbra que dicho partido, su partido, debía estar determinado tanto por la naturaleza específica de la nueva sociedad a construir y que proyectaba en su cabeza, en lugar de la sociedad en que vivía, como por el carácter genuino de la revolución social, la suya. Comprende que la naturaleza específica de la nueva sociedad a la cual debía dedicar su esfuerzo, la sociedad comunista, no tenía nada que ver con la vieja a la que estaba esclavizada: tenía que empezar a construir nuevas relaciones de producción y nuevos comportamientos sociales colectivos, que requerían previamente de la destrucción de las viejas. Proceso diferente al que siguió la implantación de las relaciones capitalistas, que derivaban del proceso de disolución de la pequeña propiedad privada a través del divorcio entre los pequeños productores directos de sus medios de producción o, lo que es lo mismo, la evolución de la propiedad privada basada en el trabajo a propiedad privada capitalista.

Lo que históricamente hizo el régimen capitalista de producción fue expropiar los medios de producción diseminados en muchas manos para concentrarlas en pocas como medio para explotar el trabajo ajeno. Los comunistas comprendieron que las relaciones socialistas de producción no son el resultado de la voluntad política de los gobernantes que se consideran por encima de la sociedad y que se dedican a promulgar medidas jurídicas con el objeto de nacionalizar la propiedad privada, decretándose con ello formalmente el socialismo, sino de una profunda transformación en las relaciones sociales de producción. Ello no implica la formalidad de  la planificación económica sino, sobre todo, un cambio real en la propiedad jurídica de los medios de producción como consecuencia de un cambio profundo en las relaciones de propiedad-posesión de dichos medios, es decir, la capacidad de afectar y dominar socialmente las condiciones de la producción, en donde influye tanto el conocimiento de las necesidades de la población, las capacidades de las unidades de producción y sus mutuas relaciones, como el hacerlos funcionar y a cargo de quién, y sobre todo, en qué dirección funciona para realizar el reparto de lo producido según el criterio de a cada cual según su trabajo. Esto es, entender el socialismo como la organización social de un nuevo mundo en donde se sienten las bases materiales, políticas e ideológicas para erradicar la explotación económica y la opresión política, pues su máxima es la abolición de las clases. La constitución de este sujeto ha de tener presente el carácter de la revolución pendiente, pues tiene por objetivo la destrucción del poder organizado de la clase dominante y construcción simultánea del poder organizado de la nueva clase que la sustituya: la Dictadura del Proletariado. Sobre este último aspecto, como el anterior, hay que profundizar teóricamente si es que se quiere comprender la  diferencia esencial que separa al marxismo del revisionismo, puesto que este último trata de eludir la destrucción del Estado burgués como condición necesaria para la construcción del socialismo, considerando al Estado como un aparato administrativo y, por tanto, neutro que puede ser utilizado por cualquier administración política para cualquier función siempre que sea convenientemente ¨controlado¨ y dirigido desde los distintos poderes: legislativo, ejecutivo y judicial.

…pues tiene por objetivo la destrucción del poder organizado de la clase dominante y construcción simultánea del poder organizado de la nueva clase que la sustituya: la Dictadura del Proletariado.

 

El partido de nuevo tipo: su concepto

Las clases sociales existen porque existen las condiciones de su reproducción: en el capitalismo porque existe el capital, por un lado, y el salario, por otro, de manera antitética. El funcionamiento de la realidad social capitalista, como un ciclo que se reproduce en las mismas condiciones y sus efectos en las clases sociales, condiciona el movimiento espontáneo de éstas, a través de lugares y funciones para la reproducción del capital. Esta reproducción de forma cíclica se codifica en la cabeza de los agentes sociales constituyendo ideologías y comportamientos sociales, dependiendo de la clase a la que se pertenece, que dan coherencia a las funciones que realiza cada una de ellas. De manera espontánea se desarrolla en el seno de la clase obrera la ideología economicista que supedita su trabajo a la percepción de un salario como si éste fuera el valor del trabajo realizado. Ello constituye el punto de partida y final del contenido de su reivindicación pues se da por supuesto que esa es la realidad natural de la reproducción de la especie: trabajar para reproducirse sin preguntarse por el contenido del trabajo, ni por supuesto por su finalidad. Su lucha queda fijada por las condiciones de la producción y por la ideología espontánea que de ella se deriva.

De manera espontánea se desarrolla en el seno de la clase obrera la ideología economicista que supedita su trabajo a la percepción de un salario como si éste fuera el valor del trabajo realizado.

Su lucha está situada en mejorar sus condiciones de existencia y reproducción…, pero como obrero asalariado. Y es en este punto en donde queda estancada su ¨conciencia¨. De ahí no pasa su comprensión de las relaciones que mantiene con su patrón, en las que se desenvuelve. Para pasar de ese estado mental necesita de un conocimiento que está fuera de su conciencia y de su experiencia que le nubla su ideología espontánea. Para ir educando su conciencia tiene que salirse fuera de su ¨realidad¨, de cómo la vive, recurriendo a la ciencia que explica el funcionamiento de esa realidad social, es decir, ha de recurrir a la teoría marxista de la historia y de la revolución proletaria apoyada en la experiencia histórica de la lucha del proletariado. Sin ello es imposible que su conciencia se eleve por encima de la ideología economista de la lucha de  clases, que por cierto es la concepción burguesa del mundo aplicada a las necesidades materiales del proletariado: la venta a mejor precio de la fuerza de trabajo.

Hay que diferenciar nítidamente el concepto clase del de vanguardia y a éste del de partido, pues de no ser así nos llevará a desviaciones de contenido. La clase no es la suma de sus integrantes, los desposeídos de toda propiedad de medios de producción como medio de explotación sino su movimiento, unidad de conciencia y movimiento en la dirección de defender sus intereses. Este movimiento no es uniforme pero sí expresa el sentir espontáneo de la clase, el interés común a todos ellos ajeno a sus conciencias pero que los une y los moviliza en una determinada dirección. Ese sentimiento es expresión, reflejo, de la realidad social, de las relaciones sociales que determina su contenido, eminentemente economicista: la lucha por su reproducción como clase encajada en la estructura social que todavía no se ha despojado de su piel de clase explotada. Todavía no se ha constituido en clase para sí, es decir, en partido político, en donde deja atrás su etapa anterior de clase en sí, dependiente de la estructura social burguesa. La fase de transición de la vanguardia de la clase, parte de la clase que alumbra el contenido y la forma de la nueva etapa y dirige el proceso específico de esta nueva etapa como movimiento revolucionario en fusión con otra parte de la clase, la consciente de la necesidad de un cambio de rumbo de la sociedad.

La clase no es la suma de sus integrantes, los desposeídos de toda propiedad de medios de producción como medio de explotación sino su movimiento, unidad de conciencia y movimiento en la dirección de defender sus intereses.

La vanguardia del proletariado la constituyen los comunistas por ser la parte de la clase que concentra el punto de vista de su acción como un todo, representando los intereses comunes de todo el proletariado sin tener en cuenta cualquier fundamento extraño a su condición de clase explotada por el capital. Lo fundamental de su acción política, que trasciende a la clase, es la consecución del poder político representado en el Estado. Esto es, la dialéctica entre la destrucción del poder de la clase explotadora y la construcción del nuevo poder de la clase explotada para constituirse en clase dominante y dirigente del proceso revolucionario. En este sentido la vanguardia del proletariado representa tanto el presente como el porvenir de la clase, ya que su objetivo es tanto la toma del poder como revolución proletaria (liberarse de la esclavitud asalariada), como la construcción de nuevas relaciones sociales (abolir la existencia de las clases sociales como fundamento específico de su tarea histórica).

Llegados a este punto, podemos definir con más precisión el Partido proletario como la relación dialéctica de dos elementos que se expresan en su movimiento. Por un lado, la vanguardia, y, por otro, las masas pero no concebidas como su movimiento espontáneo sino como la parte de la clase que tiene conciencia de clase, conciencia de la labor histórica de su clase en movimiento. Atendiendo a uno de los elementos que conforma el partido, la vanguardia tiene su propio proceso de constitución previo a la formación del partido pues no puede existir partido sin estar constituida previamente la vanguardia. Ésta se organiza para constituir el partido en un doble proceso: antes y durante su constitución del partido. La vanguardia se configura como algo dinámico y es resultado de las lucha de sus distintos destacamentos con la finalidad de constituirse como la parte más consciente en el seno de la clase  para posteriormente dirigirse a ella estableciendo lazos de unidad política con su parte más avanzada. Esta fusión dialéctica entre la vanguardia y parte de la clase con conciencia de clase transcurre por diferentes etapas que define el grado de maduración de cada una de ellas, de reconstitución del sujeto revolucionario. La vanguardia actúa en la clase creando su organización dentro de la clase, no como movimiento espontáneo, esto es, fuera del marco de la lucha de clases que determina el sistema, fuera de la lucha de los diferentes intereses económicos de las clases. Las distintas expresiones del proceso de constitución en clase no le sirven para dicho objetivo pues son propias de otra época histórica ya superada. Se trata de reconstituir sus expresiones políticas y organizativas según el contexto histórico en el que vive, hoy en el contexto de su objetivo histórico: la lucha por la revolución proletaria mundial, propia de la época imperialista.

Esto es, la dialéctica entre la destrucción del poder de la clase explotadora y la construcción del nuevo poder de la clase explotada para constituirse en clase dominante y dirigente del proceso revolucionario.

El revisionismo ha enturbiado esta concepción del marxismo y, en concreto, del partido con el ánimo de desdibujar y caricaturizar su contenido revolucionario.

Veamos a través de unas pequeñas pinceladas cómo históricamente ha ido ocurriendo para comprender su expresión actual, incluso en el seno de muchas organizaciones que se sitúan ideológicamente en el terreno del mlm.

La Primera Internacional (1868-1876) supuso de facto la victoria ideológica del marxismo sobre el anarquismo y su expresión en el movimiento obrero, dando lugar a la concepción de que el proletariado necesita constituirse en partido político si quiere aspirar a liberarse de su esclavitud del capital. Se inspira en el Manifiesto Comunista (1848) donde quedaba reflejado ideológica y políticamente el papel de la clase obrera y su meta en el régimen capitalista de producción. La Asociación Internacional del Trabajo (AIT), a expensa de la teorización marxista de la lucha de clases, se configura como la dirección política de la Comuna de Paris (1871) en lucha contra otras corrientes autogestionarias (anarquistas) alumbrando lo genuino de la teoría de la revolución proletaria: la destrucción del poder de la burguesía, representado en el Estado, por medio de las armas y su sustitución por el poder emergente de los obreros expresado en su partido político.

Sin embargo, la historia y la lucha de clases siguen su curso, y lo que parecía el triunfo del marxismo como vanguardia ideológica dirigente del proletariado entra en un proceso en el que el revisionismo se desarrolla y se hace presente en la lucha de clases en pugna con el marxismo a expensa del desarrollo del régimen capitalista de producción que transita de su etapa de libre competencia a imperialista. El revisionismo tiene mucho que ver con este tránsito del régimen capitalista, tanto en cuanto a su desarrollo económico como a su incipiencia teórica pues en esencia es una desviación burguesa de la concepción marxista de la lucha de clases empujado por la ley del desarrollo desigual del capital y la necesidad de explotación de nuevos recursos materiales y fuerza de trabajo allende a las fronteras nacionales. La Segunda Internacional (1886-1916) volvió a los pasos de la línea sindicalista señalada por el anarquismo en el seno de la AIT dando rienda suelta a los principios de la colaboración de clases como eje de una política de apoyo a las burguesías nacionales en la confrontación bélica que se desató entre las naciones más desarrolladas económicamente por la conquista de nuevos territorios, de acuerdo al carácter internacional de las relaciones capitalistas. Y es en este aspecto en donde se inserta el carácter burgués del revisionismo, esto es, en el apoyo a las burguesías nacionales como condición material para la formación de las naciones imperialistas, paso previo a los bloques imperialistas.

La política de conciliación de clases del revisionismo, pacto social en el interior de los estados nacionales, se integra en la estrategia económica del imperialismo, pues sin su apoyo político a las burguesías nacionales, que después se convierten en imperialistas,  no es posible la formación de los Estados imperialistas, caracterizados en lo político por la alianza de la burguesía imperialista con la aristocracia obrera, base de apoyo popular del revisionismo. En definitiva, la II Internacional supuso la victoria momentánea del revisionismo sobre el marxismo que dirigió la AIT, encontrando un aliado en la incipiente burguesía imperialista de la época. Políticamente supuso un paso atrás en la concepción revolucionaria en la lucha contra el capital pues se afianzó la concepción reformista y sindicalista en el seno de la vanguardia y del movimiento obrero. Fruto de esta época fue la entronización del 1º de Mayo (1886) y el Día Internacional de la Mujer Trabajadora (1911) como dos celebraciones de la lucha de la clase obrera, significando desde la perspectiva del marxismo un paso atrás con relación al contenido político de la revolución proletaria pues pone al proletariado en la senda de la reivindicación económica como la vía de lucha contra el capital. Atrás quedaba la Comuna, hasta entonces símbolo  del carácter revolucionario del proletariado, como significación histórica de un pasado que no se volvería a repetir. La II Internacional supuso un hito para las políticas antimarxistas ya que dio luz a un hecho histórico de gran envergadura contra la revolución proletaria: configuró no sólo la política de paz social entre las clases, dando sentido a la labor colaboracionista de los partidos obreros en los parlamentos nacionales, sino además acuñó cómo debería ser el partido de la clase obrera: el partido de los intelectuales pequeño burgueses que dirigen a la clase obrera mediante el control de su movimiento espontáneo.

 La supervivencia de la concepción de la II Internacional -cuna del revisionismo organizado- en la época actual confirma su fortaleza ideológica debido al atraso político del movimiento espontáneo de masas, que constituye su apoyo social, y la debilidad teórica y política en que se desenvuelve actualmente la línea revolucionaria como consecuencia del fin del Ciclo de Octubre.

En síntesis podemos decir que tanto el concepto revisionista de partido como su proceso de construcción están basados en la metafísica determinación de autoproclamarse como tal por el hecho de aceptar de manera dogmática el marxismo como teoría de la revolución proletaria. A esta determinación se le une otra condición necesaria como es la especificidad de que el partido justifica su autoproclamación por el hecho de estar concebido para dirigir al movimiento espontáneo, al cual está destinado. Veámoslo más en detalle.

La concepción burguesa del partido en el seno de la clase obrera es el Partido  Obrero como partido tipo del proletariado. Fuera de la concepción del partido que lucha por las reivindicaciones socio-políticas  de una parte representativa de la estructura social es condenar a esa representación social al desorden y al caos o, en todo caso, a una romántica utopía que la encamina hacia una infeliz destrucción moral. Esta concepción que considera al partido como la élite autoproclamada es abrazada por el revisionismo, y también por multitud de organizaciones que se declaran tanto ml como mlm, aunque acepten y defiendan otras tesis correctas de la revolución proletaria, como son la Guerra Popular y la Dictadura del Proletariado como condiciones necesarias para la construcción del socialismo.

Nuestro propósito con este documento no es señalar a tal o cual organización de lo que consideramos  errores en este terreno, sino reflexionar sobre ello, poniendo el acento en dónde radica lo que, a nuestro modo de ver, constituye un desviacionismo con relación a la teoría marxista. Partimos de una idea sencilla que puede explicar el origen de ese desviacionismo del que hablamos: el instinto de clase no existe;

EL INSTINTO DE CLASE NO EXISTE, EXISTE LA IDEOLOGÍA DE CLASE.

existe la ideología de clase. Todas las organizaciones a las que nos referimos sostienen o, al menos, aceptan que los obreros por ser explotados por el capital están dotados de un instinto de clase que le hacen unirse, organizarse y rebelarse. Ese pretendido instinto es considerado la base de la conciencia de clase por tener un contenido social en un sentido doble: 1) se activa de manea automática en los “genes” de los obreros en la cadena de producción al realizar sus funciones para producir plusvalía, 2) se fortalece por medio de un proceso de formación con la experiencia directa de la lucha de clases y la existencia de un partido que los dirige en las diferentes luchas. Este instinto de clase, de carácter social, se asimilaría al instinto de supervivencia, de carácter natural, que actúa cuando siente el peligro de manera inminente.

La lucha que despliegan los obreros por sus condiciones de reproducción como obreros no se debe a ningún instinto natural o social sino a las propias condiciones de reproducción del capital que, al ponerlos entre la espada y la pared, les hacen reaccionar como un resorte. Su reacción es totalmente espontánea a su conciencia de ser explotado pues no la tienen, aunque sí al empeoramiento de su miserable existencia en determinadas circunstancias sociales. Para justificar que ese ¨instinto¨ no está en continuo movimiento se sostiene que es autorreprimido por la propia represión de las condiciones de producción a la que acompaña la ideología sindicalista-reformista que tiende hacia la conciliación de clases: es cuando entra en conflicto y en lucha el instinto de rebeldía y el de conservación a favor de este último.

Este pretendido instinto de clase, en realidad no existe, pues si así fuese se echaría por tierra la teoría materialista y dialéctica de la conciencia, que tiene su base en el conocimiento racional de la realidad social y en la dialéctica de su transformación por medio de la lucha de los contrarios, en oposición a la concepción idealista que considera el mundo exterior como un reflejo de la conciencia, siendo ésta el demiurgo de todo lo existente. La conciencia tiene ese carácter científico y no espontáneo, que pone en primer plano del conocimiento el reflejo espontáneo de dicha realidad, para posteriormente ser sometido al análisis de sus propiedades y la lucha de sus contradicciones, internas y externas. En realidad, lo que existe en el movimiento obrero es ideología de clase… burguesa, es decir, actuando espontáneamente según sus intereses de clase como forma de reproducción de clase. Y es así porque el movimiento obrero está huérfano de partido, entiéndase éste como fusión de la vanguardia y la conciencia de las masas actuando como praxis revolucionaria.

En realidad, lo que existe en el movimiento obrero es ideología de clase… burguesa, es decir, actuando espontáneamente según sus intereses de clase como forma de reproducción de clase.

Esta concepción de la clase obrera, que consideramos idealista y autorrevolucionaria, se complementa con la concepción mecanicista y mesiánica del partido, como estructura autoproclamada que se convierte por mor de sentirse marxista y la existencia del movimiento espontáneo de las masas en la jefatura política de la clase. Así concebido el partido, que se materializa mediante la unión de los comunistas en torno a un programa, que da sentido y dirige al movimiento reivindicativo de las masas por medio de la acumulación de fuerzas (ganar adeptos por la transmisión de consignas revolucionarias en el fragor de la lucha por reivindicaciones económicas) logra elevar el nivel de conciencia general de clase. El partido, así entendido, es concebido como una estructura, que se identifica con la vanguardia, cuya misión es organizar y dirigir al movimiento espontáneo a partir de su propio impulso. Esta concepción tiene de particular que la relación social que establece la vanguardia con las masas es externa a ella pues lo que hace es seguir al movimiento reivindicativo pretendiendo revolucionarlo, cuando dicho movimiento es incapaz de transformar su cualidad y carácter por sí mismo ya que nada se transforma si no es por la lucha de sus contrarios, siendo, en este caso, el movimiento espontáneo, amorfo. La vanguardia se mantiene aislada del movimiento reivindicativo pues existe fuera de dicho movimiento: su relación es externa y pasiva. Para que el movimiento sea susceptible de cambiar su cualidad, la vanguardia ha de necesariamente formar parte y, además, ser parte dominante del movimiento para poder fusionarse con las masas, su otra parte, constituyéndose de esta manera el movimiento revolucionario, esto es, actuando como praxis revolucionaria. Así concebido, el partido no es la vanguardia organizada políticamente que existe dirigiendo al movimiento espontáneo, sino la fusión, puesto que no existe sino como movimiento revolucionario (no como movimiento espontáneo dirigido) de la vanguardia con determinadas masas actuando como praxis revolucionaria en lucha por el poder político, esto es, por la destrucción del viejo Estado burgués y la construcción del nuevo Estado proletario.

La vanguardia ha de necesariamente formar parte y, además, ser parte dominante del movimiento para poder fusionarse con las masas.

 

El partido de nuevo tipo: su proceso de reconstitución

Cuando hablemos de construir el partido de nuevo tipo lo debemos hacer en nombre de la Reconstitución, esto es, libre de todo vestigio de la concepción burguesa escondida bajo la apariencia proletaria. Debemos sustituir construcción por reconstitución del partido de nuevo tipo, claro está si aceptamos el término y el concepto de reconstitución del comunismo. Cuando hablemos de construir el partido de nuevo tipo debemos huir, momentáneamente, de las relaciones internas de la vanguardia proletaria, es decir, de las bases sobre las que se forja dicho partido sin aclarar previamente qué entendemos por dicho partido y su proceso de reconstitución, pues de lo contrario no sabríamos exactamente qué reconstituir, si no es seguir ciegamente los pasos que ha seguido el tipo de partido típicamente burgués con apariencia proletaria que ha venido dominando en la construcción de los partidos en el seno del movimiento comunista. En este sentido, debemos tener claro que una cosa es la naturaleza del partido y otra muy distinta sobre qué base se reconstituye.  Diferente es el método que empleamos los marxistas para su reconstitución, que también ha de estar en consonancia con su naturaleza porque de lo contrario no es efectivo, aunque sea formalmente correcto desde el punto de vista metodológico. Lo que queremos decir es que concepción y proceso de reconstitución deben constituir una unidad dialéctica, es decir, que se complementan. En este sentido, llamaremos reconstitución del partido a su proceso de construcción concebido como relación social en un doble aspecto, entre la vanguardia y parte de la clase (que se expresa como la vanguardia y su línea de masas) y la praxis por transformar el sistema burgués para construir una nueva realidad social exenta de clases sociales (que se expresa como movimiento revolucionario de dicha fusión). Esta praxis y los resultados de ella no pueden ser concebidas como movimiento espontáneo de masas en cualquiera de sus variantes, sino como el movimiento revolucionario y sus resultados de una nueva organización del proletariado como partido comunista, resultado de la línea de masas de la vanguardia y la clase proletaria. Sólo en este sentido, el partido o sujeto revolucionario de nuevo tipo puede ser considerado relación social, es decir, unidad dialéctica entre conciencia y ser en su proceso de autotransformación.

Este sujeto es, por tanto, el que determina el proceso de su reconstitución como resultado de dicho proceso que se desarrolla a partir del sujeto como relación social. Esto que decimos es lo que necesitan comprender correctamente las organizaciones que se sitúan formalmente en la construcción del partido comunista: no se trata  de la unidad de los comunistas en torno a un Programa o el acto de autoproclamación de la vanguardia en partido sino de  la reconstitución del sujeto como fusión de la  vanguardia con el movimiento obrero, fusión de la conciencia de vanguardia y el ser proletario como praxis revolucionaria. Continuar por la primera opción conduce a impedir, consciente o inconscientemente, el cumplimiento de la tendencia objetiva del imperialismo: la revolución proletaria mundial.

 La reconstitución del partido es un proceso enlazado por diferentes etapas, siendo la primera la reconstitución de la vanguardia proletaria, esto es, la lucha de líneas entre sus distintos destacamentos hasta conseguir que la línea ml logre la hegemonía en su seno. Este proceso pivotará sobre el Balance del Ciclo de Octubre como ciclo extinguido, del que hay que extraer las conclusiones pertinentes para empezar a construir las premisas de un nuevo Ciclo Revolucionario de donde se pueda  determinar la Línea General de la revolución en confrontación con las líneas oportunistas.

Todo este proceso se da en la esfera de la vanguardia y en su influencia inmediata, esto es, en los sectores de la clase proletaria con conciencia de clase que se va gestando  mediante la aplicación de una línea de masas correcta que abra el paso a una nueva fase, la de la fusión de la vanguardia teórico-práctica con las amplias masas. Bien es cierto que nos encontramos todavía en la primera fase de esta etapa en la que la vanguardia ideológica se está reconstituyendo para empezar la labor de establecer vínculos con el sector más avanzado del movimiento obrero, los que están a la cabeza de su movimiento espontáneo y que, en cierta medida, empiezan a poner en cuestión el conjunto del sistema, es decir, el que considera la lucha de clases como motor de la historia y así lo expresan de manera dinámica bajo la influencia de los distintos destacamentos de la vanguardia que pugnan por consolidarse como línea hegemónica.

Nos encontramos en la primera fase de las dos etapas de la que consta el proceso de reconstitución de partido, es decir, en la fase de reconstitución de la vanguardia ideológica proletaria, que no es lo mismo que la reconstitución del sujeto revolucionario. Al no estar reconstituido el partido puesto que ello no consiste simplemente en lograr la unión orgánica de los distintos destacamentos de la vanguardia ideológica en torno a la Línea General de la revolución proletaria (como así ocurrió con la aceptación de los 21 puntos para dar por cerrado la construcción del partido), no podemos pasar a la siguiente fase que determina que el centro de gravedad de la Línea de Masas es la relación Vanguardia-Masas, pues todavía queda un largo camino, el camino de la reconstitución del sujeto revolucionario, sujeto que no puede estar condicionado al movimiento espontáneo de masas.

Para esta fase de la primera etapa de Reconstitución es imprescindible la formación teórica, es decir, el conocimiento general de la teoría ml como asimilación e interiorización individual y colectiva para poder ser aplicada de manera imaginativa y no dogmática –repetitiva y sin conexión con la realidad social. La formación teórica debe tener un carácter integral, comprender la teoría ml desde una cosmovisión que explique el origen y desarrollo de la materia objetiva y social y el papel del trabajo humano y la lucha de clases en el desarrollo histórico y la transformación de la sociedad, así como la necesidad del socialismo como paso previo necesario para la eliminación de las condiciones materiales de la división en clases de la sociedad. Es decir, tenemos que prestar plena dedicación a desarrollar la Reconstitución ideológica y política del Comunismo por medio de la lucha de dos líneas en donde se incluye el Balance del Ciclo de Octubre. En plena dedicación incluimos el esfuerzo por establecer relaciones más estrechas entre los distintos destacamentos de vanguardia, determinado por la asimilación de las Tesis de Reconstitución y la unidad ideológica que se desprende del debate político y la lucha de líneas.

Considerado así, el estudio es la base de la concepción materialista y dialéctica de los militantes que forman la vanguardia ideológica. Elementos que bajo la disciplina del centralismo democrático van a ampliar sus conocimientos como resultado de un proceso individual y colectivo para su aplicación a la realidad social, cumpliendo el principio marxista de que la práctica es el criterio de la verdad. Este tipo de formación debe huir de la lectura machacona, aunque debe recorrer en un principio esta forma de lectura si es que quiere cumplir con su objetivo: garantizar su comprensión al centrarse en la exposición individual y en el debate colectivo. Otra tarea a impulsar en esta fase es el impulso a la elaboración individual y/o colectiva dependiendo de la capacidad de quién o quiénes tengan que asumir necesariamente dicha tarea.

Es a partir de la terminación de la primera etapa cuando entra en acción la segunda, la etapa del movimiento revolucionario una vez reconstituido el partido comunista, caracterizado por la fusión de la vanguardia y las amplias masas en acción por la destrucción del Estado burgués y la construcción de su propio Estado, el proceso de construcción de la Dictadura del Proletariado en su forma de Guerra Popular.

Publicaciones relacionadas

Comienza escribiendo tu búsqueda y pulsa enter para buscar. Presiona ESC para cancelar.

Volver arriba

Si continuas utilizando este sitio aceptas el uso de cookies. más información

Los ajustes de cookies de esta web están configurados para «permitir cookies» y así ofrecerte la mejor experiencia de navegación posible. Si sigues utilizando esta web sin cambiar tus ajustes de cookies o haces clic en «Aceptar» estarás dando tu consentimiento a esto.

Cerrar