En la lucha permanente con el revisionismo y el oportunismo los comunistas deben establecer una dura batalla también contra la simbología que sintetiza sus políticas. Esto ocurre con el 1º de Mayo, fecha histórica del movimiento obrero en donde se da rienda suelta desaforadamente a la política sindical del proletariado más atrasado ideológicamente por su proximidad política con la burguesía. El carácter reivindicativo de la línea reformista de la clase obrera tenía su sentido político en aquella fecha, 1889, época histórica de la constitución en clase del proletariado pues representaba su carácter internacional en la lucha reivindicativa que protagonizaba contra el capital.
Es claro y notorio que esa época ya pasó, encontrándonos en la fase imperialista del capital, en donde tanto el carácter como el contenido de las reivindicaciones del proletariado ha cambiado. A finales del siglo XIX tenía sentido el contenido reivindicativo sindical del 1º Mayo, en concreto la lucha por acortar el tiempo de la jornada de trabajo: estaban madurando las condiciones para la constitución del proletariado como clase en sí. Hoy en día, y una vez superada esa condición histórica, esa reivindicación desligada de la destrucción del Estado que hace posible la reproducción del capital con su intervención, es puro reformismo, política conciliadora con el capital. Nuestra propuesta concreta es que transformemos el carácter histórico del 1º de Mayo, máxime cuando se ha convertido año tras año en un día en que la expresión de la lucha de la clase obrera sale a la calle para conmemorar su conciliación con la burguesía, su petición de que a cambio de migajas económicas se aceptan las condiciones de producción del capital, convirtiendo a los obreros en apéndices necesarios para la producción de plusvalía. Hoy, en la fase imperialista del capitalismo, esas condiciones han madurado en su totalidad a falta de la existencia del sujeto revolucionario en la actualidad, tras las derrotas de las dos grandes revoluciones proletarias. Mucho ha llovido desde entonces, encontrándonos como al principio aunque con la experiencia histórica vivida, bagaje imprescindible para continuar el proceso revolucionario a nivel mundial. Como decimos, a tenor de la realidad histórica transcurrida y la maduración de las condiciones materiales para la revolución proletaria a nivel mundial, es preciso transformar y superar el economicismo que impregna el carácter histórico del 1º de Mayo para situarlo nítidamente en el horizonte de la revolución proletaria por parte del movimiento comunista que, plenamente desarrollado en el terreno histórico, adolece de graves insuficiencias en el terreno ideológico y en el político. No faltan razones para ello: el colapso ideológico producido por el derrumbe en la construcción de la Dictadura del Proletariado, la incomprensión de la teoría de vanguardia marxista-leninista, y la influencia ejercida por el revisionismo en el devenir de las organizaciones de nuevo cuño que se han ido creando, sin haber roto plenamente con las tesis fundamentales y prácticas políticas liquidacionistas del revisionismo.
El revisionismo ha ido planificando su actividad pacientemente en el seno del movimiento sindical, tejiendo una red clientelar a partir de los delegados sindicales y de su política economicista que le es propia: el precio de la venta de la fuerza de trabajo. Desde allí han orientado su actividad con el objetivo de ocupar otros instituciones burguesas más ambiciosas, como por ejemplo la tribuna parlamentaria, en donde se cuece la política del Estado burgués, utilizándola como aparato de propaganda para defender sus políticas pequeño burguesas (Estado de Bienestar) que tanto benefician a la aristocracia obrera, fracción de clase que defienden al calor de la política de la fracción imperialista de la burguesía, formando una gran alianza de clase contra la revolución proletaria. Estas estructuras sindicales en connivencia con el revisionismo han ido prostituyendo la esencia de la conmemoración reivindicativa originaria del 1º de Mayo, convirtiéndolo en la actualidad en un vía crucis aconfesional que no pone en cuestión la esencia y carácter del Estado sino que lo potencia haciéndolo aparecer ante los ojos de millones de obreros como un aparato regulador y neutral de las condiciones de producción, y refuerza su poder al aunar las distintas políticas burguesas en torno al aparato de dominación burguesa. Hoy en día, y una vez superada la fase de constitución de la clase en sí, el proletariado tiene que adecuar sus reivindicaciones históricas a la fase actual de su constitución como clase para sí, es decir, la de abordar el asalto al poder de clase del Estado mediante la Guerra Popular para construir la sociedad que le es propia de su desarrollo histórico como clase para sí: la Dictadura del Proletariado.
No negamos la lucha reivindicativa, ésta pertenece al propio movimiento espontáneo de las masas explotadas por el capital. Lo que negamos con todas nuestras fuerzas es que la clase proletaria tenga que desarrollarse políticamente, esto es, constituirse en sujeto revolucionario, a lomos del movimiento espontáneo pues esto supone condenar el sentido de la revolución proletaria al movimiento del capital, tirando por la borda todo el bagaje teórico del marxismo-leninismo y sus principios ideológicos, y la experiencia histórica del proletariado revolucionario. Proponemos en concreto cambiar el sentido histórico del 1º de Mayo: transformar el día internacional de la clase obrera por el día del internacionalismo proletario tras el lema de “Proletarios de todos los países, uníos por la revolución proletaria”.
¡Por la reconstitución ideológica y política del comunismo!
¡Por la revolución proletaria mundial!
