La cara oculta de la guerra

Ucrania es un país de 46 millones de habitantes, situado en la zona oriental de Europa, limítrofe con Rusia, Bielorrusia, Polonia, Eslovaquia, Hungría, Rumania y Moldavia. Formó parte de la Comunidad de Estados Independientes (CEI) junto con Bielorrusia y la Federación rusa desde el año 1991, fecha en que se desplomó la Unión Soviética, hasta el año 2014 que lo abandonó para constituirse en República independiente.

Su ejército es el segundo más grande de Europa, después de Rusia, siendo la religión dominante la cristiana ortodoxa, con gran influencia entre la población. Es una República presidencialista, en donde se elige por voto directo al presidente y al parlamento (Rada) cada cinco años. Su importancia económica y geoestratégica tanto para EE.UU./U.E. y la Federación Rusa reside en que es llave de paso del petróleo y el gas ruso hacia Europa, lo que le convierte en un país codiciado para el tráfico y el negocio de la industria rusa, para el aseguramiento del fluido para bloque imperialista europeo, así como para los intereses geoestratégicos del imperialismo yanqui.

Ucranianos protestan en apoyo a la integración de la Unión Europea en Kiev, 21-11-2013.

Desde 2004, año en que Víctor Yanukóvich, del Partido de las regiones, siendo primer ministro en el gobierno de Leonid Kuchma, presentó su candidatura a las presidenciales frente a Víctor Yuschenko (partido Nuestra Ucrania), su victoria, acusada de fraude, motivó una gran movilización popular conocida como la “revolución Naranja” que terminó en una alianza pro-occidental entre Víctor Yuschenko y Yulia Timoschenko (partido Batkivshchina), en 2007, las elecciones al parlamento determinaron la victoria de Yulia Timoschenko que fue elegida primer ministro, posteriormente encarcelada por corrupción y abuso de poder. En las presidenciales de 2009 Yanukóvich resulta ganador, lo que ha ido fortaleciendo el movimiento de oposición que se centra en recortarle poder frente al parlamento y en solicitar el acercamiento a la Unión Europea en detrimento de la alianza económica y estratégica con Rusia.

El acuerdo firmado con Rusia motivó que las fuerzas pro-occidentales manifestaran su desacuerdo sacando a las calles a las masas descontentas con el gobierno de Yanukóvich, sin ocultar que el propósito era favorecer la aproximación a la UE. Los dirigentes de la oposición centraron sus reivindicaciones principales en la dimisión del presidente y en la convocatoria de nuevas elecciones generales. No ocultan que sus intenciones son las propias de cualquier movimiento político de corte burgués: acatamiento de las reglas del juego democrático-parlamentario bajo la dirección del sistema de economía de mercado. Para ello, no dudan en estructurar y organizar un movimiento que sirva a esos intereses, que nada tienen que ver con las condiciones de vida y trabajo de las masas explotadas por los distintos sectores de la burguesía nacional, sea esta pro-rusa, pro-UE, o pro-USA. Como tampoco tiene nada que ver con los intereses estratégicos de la clase obrera y sectores explotados de Ucrania y el movimiento internacional por la emancipación del proletariado para la derrota del sistema imperialista y la construcción de la sociedad comunista.

Para comprender mejor el conflicto interno de Ucrania y su relación, por un lado, con Occidente (EEUU y UE) y, por otro, con Oriente (Rusia y China) hemos de considerar la importancia de sus principales sectores económicos. Si Ucrania la dividiésemos en dos partes por una línea imaginaria vertical, tendríamos su parte occidental, en donde domina la economía agraria por sus grandes extensiones de terreno cultivable y sus fértiles tierras que son codiciadas por la Unión Europea para integrarla en su mercado interior: a partir de 2014 está en relaciones con el gobierno ucraniano para conseguir tal fin, año en que se firmó el Acuerdo de la Asociación entre Ucrania y la UE., en donde se recogía unos acuerdos de asociación política y una profundización en las relaciones económicas mutuas con la gradual integración de Ucrania en el mercado común europeo. En su parte oriental  predomina la producción industrial muy relacionada tradicionalmente con la economía industrial rusa.

Datos referidos a 2018

Mapa de recursos económicos de Ucrania

En las últimas elecciones que se celebraron en el año 2019, como presidente salió elegido Volodimir Zelensky con el 73,3% de los votos del partido Servidor del Pueblo frente a Poroshenko del partido Solidaridad con el 24,45% de los votos censados. En cuanto al Parlamento, los resultados fueron: Servidor del Pueblo, con el 43,16%; Plataforma de Oposición, con el 13,05%, Patria, con el 8,18%; Solidaridad Europea, con el 8,10%; Voz, con el 5,84%; OP, con el 3,03% y Svoboda, con el 2,15% de los votos censados. Estos resultados vencían la balanza hacia la alianza con el bloque occidental compuesto por EEUU y la UE en detrimento de la alianza con Rusia. Los votos mayoritarios para los partidos nacionalistas ucranianos venían destinados del sector occidental de Ucrania, es decir, agrario, en donde son originarios los sectores militarizados de la extrema derecha, financiados por los capitalistas agrarios.

 

 El carácter inter(imperialista) de la guerra en Ucrania

Debemos empezar por caracterizar la guerra en Ucrania si queremos comprender correctamente su naturaleza y, en consecuencia, la posición política a adoptar. Según el gobierno ruso el desencadenante de la “operación militar”, como le gusta llamarla Putin, hay que buscarlo en la necesidad que tiene el Estado ruso de defenderse ante posibles agresiones de EE.UU. y la U.E. al ampliar su radio de acción a través del expansionismo territorial y militar de la O.T.A.N. , es decir se cataloga la invasión como una medida defensiva de carácter preventivo y disuasorio con el objeto de detener el expansionismo agresivo del eje imperialista occidental. Según los gobiernos de EE.UU. y la U.E. es una invasión de manual contra el derecho de un Estado soberano a determinar en libertad su política económica (ingreso en la U.E.) y  militar (ingreso en la O.T.A.N.). Ambas argumentaciones no son más que eufemismos imperialistas para justificar una acción político-militar de diferentes Estados capitalistas. Entre ambos contendientes reales se sitúa el gobierno ucraniano, representante de un Estado capitalista que decide elegir la pertenencia a uno de los dos bloques imperialistas, porque no podemos olvidar que el Estado ruso tiene las características de un Estado imperialista, -otra cosa es su mayor o menor potencial y capacidad en la relación con los otros Estados imperialistas-, que continuamente estrecha sus lazos económicos y políticos con China, el otro componente del eje imperialista oriental.

Hay que recordar que cualquier guerra imperialista no se debe a factores subjetivos, es decir, a caprichos psicológicos de determinados gobernantes, sino a factores objetivos, esto es, a la necesidad que tiene el régimen de producción capitalista de expandirse mediante el desarrollo de las fuerzas productivas en competencia con otros capitales si no quiere verse superado por otros Estados. El desarrollo del régimen capitalista de producción obliga a los capitales a superar las distintas barreras, que le impone el propio régimen, a través de los medios a su alcance, entre ellos la destrucción de las fuerzas productivas -en donde la guerra es su máxima expresión -, y todo por no reconocer el carácter social de su producción que pone en cuestión el carácter privado de su apropiación. Claro que reconocerlo sería como reconocer la necesidad, llegado a tal punto de desarrollo económico, de la socialización de los medios de producción, condición que imposibilita de manera privada la apropiación del trabajo ajeno.

Para comprender realmente lo que está pasando en la guerra, debemos evitar la propaganda que unos y otros despliegan a través de los medios de comunicación pues no son más que burdas patrañas que intentan justificar sus distintas actuaciones a la vez que descalifican a sus enemigos. Si queremos conocer sus motivaciones debemos centrarnos únicamente en su actuación, en la justificación real para participar en dicha guerra, que viene determinado por el carácter imperialista de los que se enfrentan como en cualquier guerra imperialista: por la defensa de los distintos intereses económicos y políticos de los participantes, en la cual el Estado ucraniano tiene un papel secundario pero de importancia ya que su propósito es adherirse a uno de los dos bloques imperialistas enfrentados;  no pretende independizarse de la cadena imperialista para luchar por su liberación como Estado con criterio propio dentro del campo socialista. Para ello tendría que contar con el proletariado ucraniano, el cual sería el artífice de la construcción del socialismo previa derrota política de la burguesía nacional y los intentos desestabilizadores y depredadores del sistema imperialista. La realidad es todo lo contrario pues el Estado ucraniano está utilizando al proletariado como carne de cañón para sus intereses proimperialistas, tanto al enviarlo a luchar al frente de manera obligada como desplazándolo de sus lugares de residencia al indicarle el camino de la emigración forzosa. En las guerras imperialistas es preciso diferenciar con total nitidez los intereses de los Estados en cuestión, y los de las clases que actúan, en concreto del proletariado, pues es la clase que más perjudicada sale de la guerra si no adopta una posición independiente de su Estado y de acuerdo a sus intereses estratégicos como clase revolucionaria.

 

 Internacionalismo proletario versus patriotismo burgués

 En un Estado capitalista, esto es, en un Estado en donde rige la propiedad privada de los medios de producción y la explotación privada del trabajo social, no se puede hablar de Nación o País obviando el carácter de dicho Estado, pues ello oculta tanto la existencia de clases antagónicas como los distintos intereses de las clases que componen dicha sociedad. Mientras que la Nación hace referencia a los intereses históricos comunes de una comunidad, tales como el idioma, la cultura genuina, la población o el territorio que delimita sus fronteras, el Estado es una realidad más precisa que hace referencia a la estructura económica, organización política y derecho constitucional de un determinado pueblo. Así, el Estado es la organización de la que se dota la clase dominante para reproducir las condiciones de explotación a que están sometidas las clases oprimidas bajo el amparo de la ley.

Esta condición no es baladí, tiene su importancia puesto que en caso de guerra, como la que sacude el Estado ucraniano, la burguesía de cualquier Estado capitalista apela al patriotismo, esto es, a la defensa de los intereses comunes de una comunidad (Nación) para conseguir aglutinar todas las fuerzas sociales oprimidas del Estado en cuestión, bajo la bandera de la Nación, es decir, bajo la estructura política-jurídica del régimen capitalista de producción. Esta identificación entre Nación y Estado es la que continuamente agita la burguesía para conseguir mediante el patriotismo la adhesión del proletariado a sus planes imperialistas. El patriotismo únicamente tiene sentido para el proletariado cuando el Estado tiene un carácter de clase proletario, es decir, está organizado para la asegurar la transición al comunismo, a la eliminación de las clases sociales. En tal caso, el patriotismo está justificado porque significa la defensa del Estado socialista frente a cualquier agresión imperialista, la defensa de la propiedad social de los medios de producción en relación dialéctica con las leyes de la Naturaleza.

Cualquier otro patriotismo es de latón, es decir, no es más que una palabra hueca que tiene su significación para la burguesía pero no para la clase que se quiere emancipar de la dominación capitalista. Es así de sencilla la cuestión, y, a la vez, difícil de comprender por el común de los mortales: tiene gran fuerza el sentimiento de defender lo propio cuando lo propio se identifica con lo suyo, que es lo que hace la burguesía con el concepto Nación al apelar a los “intereses nacionales”. Para el proletariado revolucionario no existe en el capitalismo ni Nación ni interés nacional sino clase e internacionalismo proletario: ¡proletarios de todos los países, uníos por la revolución proletaria! es el lema que debe regir hasta el comunismo. Ningún tipo de colaboración con el imperialismo capitalista es la respuesta acertada del proletariado revolucionario a las prédicas de la burguesía cuando ve peligrar sus intereses.

 

 Dos consideraciones a tener en cuenta

 Cuando el Estado ruso invadió el Estado ucraniano muchos individuos y organizaciones que se consideran comunistas no han dudado un ápice en mirar para otra parte en favor del Estado ruso al considerar que dicho Estado no ha hecho otra cosa que protegerse de la agresividad del imperialismo norteamericano y europeo organizado militarmente en torno a la OTAN, a los cuales consideran verdaderos artífices de esta guerra, sin llegar a comprender que las guerras imperialistas son una necesidad del desarrollo capitalista, la forma concreta de resolver, llegado a cierto grado, las contradicciones internas del sistema pues los distintos capitales están abocados a expandirse sin escatimar barreras, tanto económicas como militares. Algunos de estos comunistas ponen en duda que el Estado ruso tenga un carácter imperialista, argumentando que no cumplen las cinco condiciones que Lenin expuso en su libro Imperialismo, fase superior del capitalismo, lo cual es una auténtica estupidez pues el Estado ruso está plenamente desarrollado como cualquier otro Estado imperialista tal como puede ser, recurriendo a un ejemplo cercano, el Estado español. Acaso el Estado ruso ¿es socialista? O ¿tampoco es imperialista el Estado español? Otra cosa a discutir es la potencialidad de dicho Estado, pero esta cuestión concreta es harina de otro costal, como se suele decir popularmente.

Porque buscar las razones en una nebulosa y no en el comportamiento concreto es no comprender la lógica del desarrollo del sistema capitalista y la determinación objetiva del sistema imperialista en su conjunto: encadenamiento de las distintas economías a una misma cadena general que hace regir a las distintas economías según las leyes generales del sistema. Eso ya lo expuso Marx hace un siglo y medio cuando escribió el comportamiento general y objetivo del capitalismo como un sistema general, al escribir El Capital. Si el Estado ruso tiene temor a que el imperialismo norteamericano y europeo lo traten de fraccionar en diferentes Estados afectando a su capacidad de competitividad imperialista no puede coger el camino de invadir a otro Estado, sino defenderse de esa agresión por los medios que le son propios a un Estado socialista, esto es, organizando a su población económica, política y militarmente contra cualquier agresión imperialista. Pero el Estado ruso no es socialista, no puede acudir a dicha organización del Estado sino a los medios que le son propios a los Estados imperialistas: la agresión militar como medio para invadir otro Estado. Ante el comportamiento del Estado ruso, como Estado imperialista, no cabe defender a un tipo de imperialismo a costa de denostar a otro porque nos resulte más “atractivo” por su papel histórico revolucionario en una época anterior que ya se esfumó. El imperialismo es imperialismo por más que utilice un ropaje aparentemente distinto con el que se vista. No podemos caer en falsos estereotipos para analizar y comprender los acontecimientos históricos, de lo contrario estamos haciendo un flaco favor al marxismo-leninismo creando confusión en las filas del proletariado y cierto distanciamiento a un referente revolucionario. Siempre debemos aplicar el principio marxista de que la verdad es revolucionaria.

La consideración más importante a tener en cuenta es que el Estado proletario no debe ser un ente separado de la clase, es decir, de la organización política del proletariado. Ya sabemos que la burguesía delega su dominio de clase en un cuerpo de funcionarios que realizan la gestión del poder político, lo cual no puede repetir el Estado proletario, que se asienta en la participación directa y activa de la clase a la que representa, el proletariado. Y ello por dos razones: la primera porque dirige una revolución integral que precisa de la acción consciente de sus protagonistas; la segunda porque dicha revolución no consiste en gestionar el poder de clase sino en transformar las relaciones sociales de producción, es decir, en destruir las condiciones materiales de la conversión de la plusvalía en capital y sustituirlas por otras regidas por la propiedad social de los medios de producción de acuerdo al carácter social del desarrollo de las fuerzas productivas. La socialización de la propiedad colectiva es la tarea a desarrollar en la Dictadura del Proletariado: trasformar las condiciones de producción entre el sujeto de la revolución y el objeto de la producción cuyo  resultado y distribución se ha de regir por el principio de a cada cual según su trabajo. Ello, lógicamente implica, no sólo las relaciones económicas que establece el sujeto con el objeto de su trabajo sino también las relaciones políticas, ideológicas-jurídicas y militares de dicho sujeto con los instrumentos de poder centralizado en el Estado como aparato de dominación de clase sobre los distintos impedimentos que retrasan o entorpecen el proceso revolucionario, Así, el aparato militar no puede estar exclusivamente en manos de un ejército regular profesionalizado sino en la combinación de un ejército regular y de la milicia armada y movilizada permanentemente para la defensa ante los peligros internos y externos que acechen a dicha organización social.

La actuación del Estado ucraniano nos ha demostrado una de las contradicciones con que se encuentra el desarrollo del Estado imperialista, la que afecta a su organización militar, que en determinadas situaciones les favorece, al fortalecerlo en su carácter de clase, y en otras, les perjudica pues se puede hacer más vulnerable. Nos explicamos: la tendencia del ejército moderno de un Estado capitalista es a su profesionalización, eliminando de su organigrama la tropa compuesta por el pueblo que se incorporaba al ejército mediante el servicio militar obligatorio. En determinadas situaciones, esto es, cuando la tropa profesional no es suficiente en cuanto a su número se recurre a la contratación de ejércitos mercenarios que actúan para determinados trabajos independientes pero a las órdenes del servicio de inteligencia del Estado. Esto le viene bien a este tipo de ejército cuando actúan fuera de sus fronteras pues no tienen que dar explicaciones a la población del Estado invasor, pues se disfraza la intervención como operaciones de paz, tal como hace con frecuencia el ejército español. Sin embargo para este mismo ejército, en situación de ser invadido su Estado, se convierte en un problema pues su profesionalización sin ningún convencimiento ideológico y/o político no sirve de mucho, diríamos que es un obstáculo para repelar la agresión como está ocurriendo en Ucrania, que ha de recurrir a la represión para incorporar a la población contra la invasión. Esta contradicción, aparentemente oculta pero latente con el ejército profesional, hace aflorar las debilidades del Estado burgués ante situaciones revolucionarias. El Estado burgués ha tendido a la profesionalización de su ejército por temor a que el pueblo, si está organizado militarmente (servicio militar obligatorio) y mediante una estrategia político-militar correcta con la existencia y dirección del sujeto revolucionario, pueda enfrentarse al Estado y derrotarlo.

Cada vez con más frecuencia son utilizadas tropas mercenarias por los ejércitos convencionales de los Estados capitalistas por ser más manejables y dispuestas a los intereses de quien les paga, efectivas para las guerras inter(imperialistas) pero menos efectivas para las guerras civiles de desgaste prolongado. La guerra en Ucrania nos está enseñando las contradicciones militares de un Estado burgués pues ha tenido que recurrir a la intervención de batallones fascistas integrándolos en su ejército regular para repeler la invasión del Estado ruso mientras decreta la movilización general forzosa para todos los varones bajo las órdenes e intereses del Estado burgués, como así es. Para conseguir dicha movilización ha recurrido al manido y represivo patriotismo nacional porque de otra forma no lograría dicho objetivo. ¿Por qué? Porque el Estado no representa los intereses del proletariado sino de las diferentes fracciones de la burguesía ucraniana y de las distintas burguesías imperialistas en combate.

 

De ello tiene que tomar nota el proletariado internacional■

 

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