Solidaridad con la lucha del pueblo colombiano

Una parte importante del pueblo colombiano se ha rebelado contra el gobierno, comandado por el pronorteamericano Iván Duque, del Centro Democrático de Álvaro Uribe, y un conjunto de medidas económicas que se aprobaron en el Parlamento, entre ellas la Reforma tributaria. Estas medidas y el trato despótico del gobierno de Duque ha aumentado el descontento que ya existía entre las capas populares porque ahonda en le precariedad de la ya maltrecha condiciones de vida y trabajo de la clase obrera y campesinos pobres. Esta rebelión se ha ido agudizando con enfrentamientos en las calles a consecuencia de los bloqueos que acompañaban a los paros de empresas en el ámbito del Paro General Indefinido, la participación desenvuelta de los jóvenes estudiantes y de la actuación criminal de los cuerpos represivos del Estado (ejército, policía y bandas paramilitares a sueldo de las grandes empresas de las ciudades y del campo) que han derramado sangre a borbotones por las calles de los barrios más azotados por el desempleo, con cerca de 100 muertos hasta ahora, ultrajes y violaciones a mujeres y tortura y palizas a todo tipo de manifestantes.

Dicha actuación y la política del gobierno ha estado apoyada y planeada, sin duda, por el gran hermano imperialista norteamericano, tanto por la administración republicana, gobernada por Trump, como por la demócrata, gobernada por Biden. Colombia al igual que Israel realizan las funciones de gendarmes de los intereses económicos y políticos de la burguesía norteamericana en la zona de Oriente Próximo y zona Sur de América. Todo ello con el silencio cómplice de la UE, China y Rusia como parte de la actuación agresiva del imperialismo, los cuales aplican una política común de reparto del mundo.

Esta función de gendarmería de ambos países (que persiguen salvaguardar los intereses del imperialismo norteamericano) tienen idéntica finalidad política (explotar y oprimir a las masas trabajadoras), aunque diferentes motivaciones económicas que la distinguen, pues con Israel el imperialismo norteamericano mantiene una unidad estratégica más estrecha que afianza la conexión entre los capitales israelíes con la economía norteamericana, evidenciándose en las decisiones del gobierno de EE.UU., que no es el caso de Colombia, como en otros casos, como se pone de manifiesto entre la alianza de Colombia y EE.UU. que toma otro rumbo, propio de países imperialistas con países dependientes bajo su influencia, alianza que se evidencia entre capitales monopolistas y las clases explotadoras, corruptas y reaccionarias que ocupan el vértice del poder político como consecuencia de la concentración de la propiedad del ¨capital nacional¨ en pocas manos, entre ellas mandos del poder militar, del poder judicial y del poder mediático.

Para comprender el estallido de una parte del pueblo colombiano hay que retrotraerse a acontecimientos anteriores como son la experiencia acumulada del Paro General que se desarrolló en Noviembre de 2019 y las jornadas de protestas que se libraron hasta Febrero de 2020 y las secuelas que ha dejado en gran parte de la población la pandemia del Covid-19. El paro general de entonces y el de ahora es fruto, como decimos, del descontento de las masas explotadas en cuanto que empeoran sus condiciones de existencia e incluso las extienden a otras capas sociales, que unido a la respuesta represiva del Estado, tanto política como militarmente, ha desatado que las calles se llenen de personas que protestan unidas. La actuación de los partidos reformistas y sindicatos colaboracionistas, que apoyan el Paro están viendo cómo pueden rentabilizar la situación para desgastar la imagen del gobierno en espera de futuras elecciones presidenciales y legislativas que están a la vuelta de la esquina, el próximo año 2022. Estas organizaciones ya nos tienen acostumbrados a cumplir su papel de «aliados contestatarios»de la burguesía al nadar entre dos aguas con la finalidad de sacar algún provecho propio de la lucha de los obreros de la ciudad y el campo. Más pronto que tarde, cuando la burguesía vea la oportunidad, pactarán en las mesas de negociaciones un acuerdo entre «caballeros» para desconvocar la lucha. Y dirán hasta aquí hemos llegado, ya no se puede traspasar la cuerda puesto que «hay peligro de militar».

Esto sucederá siempre, `pues ya nos tienes a costumbrado a ello, es su forma de actuar, mientras el proletariado no se constituya como clase independiente en sujeto revolucionario: de eso se aprovecha el revisionismo y el reformismo burgués y es por lo que le aprecia y le paga la burguesía. En este sentido, se puede decir que la combatividad de los sectores en lucha no es una novedad pues es una continuación del Paro Nacional del 2019, aunque sí su contenido ya que ambos paros tienen en común un claro carácter espontaneista desde el punto de vista político en cuanto el movimiento no identifica con claridad las razones profundas de su situación ni el camino a seguir para su emancipación como clases dependiente de las relaciones capitalistas de producción. La participación de las amplias masas en el enfrentamiento con el capital no puede tener un contenido consciente, ni mucho menos revolucionario, pues para que ello sea así tiene que existir el sujeto de la clase, esto es, el movimiento revolucionario en acción (resultado de un proceso que implica la construcción de un nuevo poder proletario en clara lucha con el poder establecido de la burguesía), no como movimiento espontáneo, dirigido a posteriori, en el fragor de la lucha espontánea por el sujeto (vanguardia organizada políticamente) que desde su púlpito dirige a las masas.

De toda forma, de cualquier tipo de lucha espontánea se pueden extraer importantes experiencias para analizar en el camino de la reconstitución del sujeto (partido comunista) sin caer en la ilusión política que el movimiento espontáneo de masas se puede transformar en movimiento revolucionario. Eso sí que no, eso es un error mayúsculo irreparable para la revolución proletaria. Del movimiento espontáneo se puede aprender pero teniendo en cuanta que hay que deslindar lo que forma parte del movimiento espontáneo (propio de las masas explotadas para conseguir mejoras en sus condiciones de existencia, aunque con formas justas de organización y movilización) del movimiento revolucionario, propio del sujeto revolucionario para organizar y dirigir a la parte consciente de la clase en su lucha por derrotar al Estado burgués y construir una nueva sociedad sin clases.

La experiencia de la lucha del pueblo colombiano servirá como experiencia, como otras muchas, para deslindar los aspectos positivos de la organización y lucha espontánea de las masas explotadas de la lucha consciente y revolucionaria por derribar el edificio burgués en la marcha por la reconstitución del sujeto revolucionario y la preparación de la guerra civil entre clases.

Hermanos de clase colombianos, adelante en la lucha.

¡ Viva el internacionalismo proletario !

Junio, 2021

En relación con el artículo, publicamos estos dos trabajos de la Unión Obrera Comunista (mlm) de Colombia con sus posiciones en esta lucha.

¡Por un Gobierno de los Obreros y Campesinos, no de los Explotadores!

I. Situación actual

El pueblo colombiano ha padecido la tiranía de un régimen especial que desde principios de siglo y con el respaldo de la burguesía, se instaló en el gobierno al frente y en la dirección del Estado. Un régimen de la mafia y los paramilitares, saqueador de los bienes públicos a través de la corrupción y dedicado a sembrar el hambre entre quienes con su trabajo producen la riqueza social. Un régimen que utiliza sistemáticamente el método típico de la mafia y los paramilitares: asesinato de dirigentes y activistas, violencia extrema contra todo opositor.

El actual estallido social es el resultado de las afrentas causadas por ese régimen. La paciencia y resignación del pueblo se han transformado en rebeldía y lucha contra sus verdugos. La juventud proletaria integrada por los hijos de obreros, de campesinos, de pequeños propietarios, se ha colocado al frente del combate callejero a donde han afluido también, los trabajadores informales y el ejército de desempleados, los pequeños propietarios de la ciudad y los campesinos quienes han cumplido un destacado papel en esta batalla, junto con un sector minoritario de obreros industriales conscientes y decididos a romper la mordaza impuesta por las camarillas sindicales.

Las causas más profundas del estallido social anidan en la crisis económica en la que desde el 2008 se debate el capitalismo mundial y que por efectos de la pandemia, se recrudeció en el 2020 acompañada de una terrible crisis sanitaria, todo lo cual, agravó y aceleró al crisis social mundial, que particularmente en Colombia, desató la rebelión popular sumiendo al régimen de la mafia y los paramilitares en una crisis política, por su incapacidad para resolver las necesidades del pueblo.

Del carácter reaccionario de la burguesía y los terratenientes, puede esperarse que apelen a una dictadura militar abierta para resolver la crisis política de los gobernantes, pero con el riesgo de desencadenar una guerra civil que pronto se transformaría en una guerra popular por todo el poder. Por eso acuden primero al acuerdo entre los partidos reaccionarios y reformistas para darle a la crisis política de los gobernantes una salida “institucional”, “constitucional”, que preserve la dictadura de los capitalistas con ropaje democrático.

Pero la situación de crisis en el gobierno de las clases dominantes, agudiza su división, las debilita y abre grietas por donde puede abrirse paso el ascendente movimiento de masas que no quiere seguir gobernado por este régimen; y si bien es un movimiento predominantemente espontáneo, representa el inicio de un ascenso en la Revolución que necesita la sociedad colombiana. Por este camino se puede transformar la crisis política en una situación revolucionaria donde de la rebelión se salte a la insurrección ya no solo contra el régimen de la mafia o contra otro gobierno sustituto, sino contra todo el Estado, contra todo el sistema capitalista, por un nuevo Estado de los obreros y campesinos, por una nueva sociedad no basada en la explotación sino en la colaboración entre sus miembros.

He ahí la razón de la propuesta que hoy presentamos al pueblo colombiano, atendiendo a la necesidad de un programa inmediato de lucha, que una en un solo torrente todos los diversos arroyos de combatientes, todos los sectores del pueblo enemigos del régimen mafioso y del Estado terrorista.

Un Programa cuya condición inicial es derribar el régimen de la mafia uribista, para resolver desde abajo las reivindicaciones más sentidas e inmediatas, como preámbulo de la lucha revolucionaria por una nueva sociedad.

II. Para solventar los terribles sufrimientos del pueblo colombiano:

• ¡Por la vida y la libertad!
Poner fin al terrorismo estatal, la militarización de la sociedad y las hordas asesinas paramilitares.
¡Libertad para los presos políticos y los detenidos en las protestas sociales! Entrega vivos de los desaparecidos.
Disolución del Esmad y destacamentos de las fuerzas militares comprometidos en masacres, violaciones y asesinato de dirigentes populares. Castigo a los instigadores y perpetradores. No más fuero militar para los asesinos del pueblo.

• ¡Contra el hambre!
Alza general de salarios, subsidio a los desempleados y subempleados.
No más despidos y cierre de empresas. Empleo formal, estabilidad laboral y acabar la tercerización e intermediación laboral. Abolir la ley 50 de 1990 y el Decreto 1174.
No más nuevas y leoninas reformas laborales, pensionales y tributarias.
Congelar el precio de los servicios públicos. Rebajar y congelar el precio de la gasolina y acabar con la privatización de las vías y sus cobros de peajes.

• ¡Contra la privatización de la salud!
Abolir la Ley 100 de 1993, enterrar completamente el proyecto de Ley 010 de 2020 y rechazar toda reforma que atente contra la salud pública que debe cubrir a toda la población. Suprimir el aporte a la salud del 16% cobrado a los pensionados.
Controlar y acabar la pandemia realizando pruebas gratuitas masivas y vacunación inmediata de toda la población. Fortalecimiento material y científico de la estructura sanitaria.

• ¡Educación pública universal y gratuita!
Adecuar las instituciones para contrarrestar la pandemia, garantizar la vida de alumnos, maestros y familiares. Acceso real gratuito a las universidades, colegios y escuelas públicas. Condonación de las deudas con el ICETEX.

• ¡Vivienda digna para el pueblo!
Condonar las asfixiantes deudas con las corporaciones bancarias. Promover planes de construcción de vivienda popular.

• ¡Protección especial a la mujer y los niños!
Legalizar el aborto asistido gratuitamente por el Estado. Medidas de prevención y castigo a todo acto de violencia verbal, sicológica o física. Trato especial para las mujeres embarazadas y lactantes. Igualdad real de salarios y promoción a los cargos de dirección en todos los ámbitos. Empleo para mujeres cabeza de hogar. Ampliación de guarderías infantiles públicas diurnas y nocturnas.

• ¡Auxilios para los pequeños y medianos propietarios!
¡No más ruina en el campo! Condonar las deudas y dar apoyo financiero y técnico a los campesinos pobres y medios. Garantizar la compra de las cosechas a precios justos. Atender los problemas centenarios del campo en cuanto a salud, educación y servicios. Condonar las deudas a los pequeños y medianos empresarios.
¡No al envenenamiento de la población con glifosato! Legalizar los cultivos de coca, marihuana y amapola y planear con las comunidades su sustitución.
¡Reparación real a las víctimas de la guerra!

• ¡Ayuda y respeto a las minorías!
Cumplir los acuerdos firmados y las exigencias especiales de los pueblos indígenas, comunidades negras y demás etnias. Respeto de su cultura, costumbres y autoridades. Educación bilingüe y promoción de la igualdad.

• ¡No más destrucción de la naturaleza!
Freno a las explotaciones devastadoras de la naturaleza y los ecosistemas. No al fracking en la extracción de gas y petróleo.

III. Estas reivindicaciones no se conquistan concertando con los capitalistas y sus gobernantes, sino venciéndolos en la lucha de clases. Lo cual implica inmediatamente:

• Alianza de los obreros, campesinos, masas del pueblo, y todas las fuerzas democráticas partidarias de tumbar el régimen paramilitar de la mafia y constituir un nuevo gobierno de todas estas fuerzas.

• Generalizar y consolidar las formas asamblearias de organización de las masas, surgidas desde la base al fragor de los paros y huelgas políticas, porque tienden a ser la forma embrionaria de un nuevo poder.
Las Asambleas y Comités populares son la forma de construir desde ahora el gobierno de un nuevo Estado donde los obreros y campesinos sean los dueños del poder construido de abajo hacia arriba, legislativo y ejecutivo al mismo tiempo, elector de sus representantes por democracia directa de los trabajadores, con funcionarios asalariados como los obreros.

• Fortalecer y consolidar las formas de lucha directa y de organización (Grupos de Choque o Primera Línea, Guardias o Milicias Obreras y Populares) para avanzar a formas superiores necesarias para la derrota definitiva de los enemigos mediante una Revolución.

• Luchar por un gobierno revolucionario de quienes todo lo producen: los obreros y los campesinos. No más gobiernos de los capitalistas ni de los reformistas obedientes e insertos en la reaccionaria Constitución burguesa.

IV. Todo triunfo temporal, relativo, se debe consolidar con el triunfo de la Revolución:

• Hacer la Revolución, ley ineludible en la sociedad, mediante la cual las clases oprimidas derrocan a sus opresores. La Revolución que necesita Colombia debe descargar su filo contra los imperialistas, la burguesía y los terratenientes, clases socias y lacayas del imperialismo.

• Constituir como destacamento de vanguardia, el Partido político de la clase obrera, fuerza social dirigente de la Revolución.

• Concretar la alianza obrera campesina, fuerza principal de la Revolución, y de estas clases con todas las fuerzas democráticas partidarias de cambiar el sistema capitalista basado en la explotación del trabajo por un nuevo sistema socialista basado en la cooperación de los trabajadores.

• Garantizar el armamento general del pueblo para asumir el poder político en la forma de un nuevo Estado, como condición indispensable para proceder a la abolición de toda clase de explotación, confiscar sin indemnización los bienes y capital financiero de los monopolios, eliminar las imposiciones políticas y militares, constitutivas del yugo imperialista estrangulador de la sociedad colombiana, socializar los grandes medios de producción capitalista y nacionalizar toda la tierra y los recursos naturales. Los obreros y los campesinos deben ser los dueños y administradores de toda la producción social.

Unión Obrera Comunista (mlm)
Colombia, mayo 2021

 

La Situación Actual y el Qué Hacer del Elemento Consciente

La crisis política de los de arriba, división entre las clases dominantes y la gran debilidad del régimen ocasionada por el formidable levantamiento popular desde el 28 de abril, indica la posibilidad de tránsito hacia una situación revolucionaria, pues el levantamiento del pueblo profundiza las grietas entre las clases dominantes impotentes para resolver los problemas que lo ocasionaron.

El régimen se encuentra debilitado y es previsible su derrota, ante lo cual, suenan voces invocando la Conmoción Interior, en cuyo caso exacerbaría aún más las contradicciones sociales y sería más pronto su caída. Incluso como siempre, la dictadura solapada de los capitalistas tiene en una abierta dictadura militar el plan B, que ocasionaría más fisuras entre las clases dominantes y obligaría al movimiento de masas a responder en una guerra civil, en una guerra del pueblo, y en Colombia lo que sobran son armas y soldados del pueblo.

Existe además la presión de la burguesía para levantar el paro, pues efectivamente se ha visto afectada por los bloqueos y presiona al régimen para actuar llamando a las marchas pacíficas sin bloqueos, lanzando la fuerza militar y paramilitar contra los huelguistas, y protegiendo el aleve ataque armado de los sicarios de la mafia contra el pueblo.

Por ahora, la mafia gobernante decidió apelar a los demás partidos políticos de las clases dominantes, para promover el “diálogo social” empezando con los gremios empresariales y gobernantes locales, con los partidos de la oposición oficial y con la burocracia del falso Comité Nacional de Paro que nuevamente muestra su catadura al no respaldar los bloqueos y reducir el paro a desfiles pacíficos. Buscan una salida institucional a la crisis política mediante componendas, una salida decorosa al sanguinario régimen mafioso, bien sea mediante un nuevo gabinete ministerial, un gobierno de transición o cualquier otra figura y algunas migajas para el pueblo, para desmontar el paro y sofocar la rebelión.

La llamada “izquierda” y el “progresismo” del tal Pacto Histórico cuya aspiración es ser gobierno alcanzando la presidencia y mayorías en el parlamento, también están ofreciendo sus servicios al régimen. Petro fungiendo como si ya fuera presidente, le tiende la mano a Duque dándole recomendaciones: primero que retirara la reforma y con eso se levantaba el paro, luego al ver que el paro se mantuvo por voluntad de las masas y contra las pretensiones de los vende-obreros, les jaló las orejas por la torpeza de no haber llamado a desmontar el paro cuando cayó el proyecto de reforma tributaria; le aconsejó a Duque resolver el problema del déficit fiscal y la crisis social derogando la reforma tributaria del 2019, usar los recursos para mantener el funcionamiento del Estado y garantizar la renta básica, indicándole además concentrarse en la vacunación de la población en lo que le queda de mandato.

Asimismo los oportunistas de la Unión Patriótica, el falso Partido Comunista Colombiano y la “Juventud Comunista”, le tendieron la mano al régimen, llamando a que tenga en cuenta los dirigentes del movimiento ampliando el CNP y a mantener la movilización social pacífica realizando“cabildos y asambleas populares que permitan la organización y movilización social como parte esencial del proceso de construcción del PACTO HISTÓRICO, necesario para avanzar en un nuevo gobierno y una salida democrática y popular definitiva a la crisis”. Es decir, corromper las Asambleas convirtiéndolas en tribunales pre-electorales y desmontar el Paro General Indefinido a cambio de las ya conocidas negociaciones en las mesas de conciliación, para propiciar un ambiente de tranquilidad para las elecciones del año entrante, que sueñan ganar para “ser gobierno”.

Extendiendo sus posiciones a la llamada Multilateral en la cual participan otros movimientos, organizaciones y partidos oportunistas y reformistas también impulsores del “pacto histórico”, y ante el repudio general al CNP y su compromiso con el gobierno, esta última decidió no asistir a la reunión con el títere presidente, alegando que no puede haber diálogo ni negociación en medio de la masacre y la militarización del país, y llamando al gobierno a crear «condiciones reales y sin violencia” para acercarse y eventualmente negociar.

En pocas palabras, mientras las masas luchadoras y los revolucionarios estamos felices por la crisis política de los gobernantes, los reformistas y oportunistas sufren y hacen esfuerzos para ayudarles a resolverla.

En cuanto a las masas populares, se han mantenido en las calles y en su actuación beligerante y combativa a pesar del baño de sangre ordenado por el capo Uribe y su cohorte gobernante, a pesar de la masacre de la juventud en Cali, de los asesinatos de manifestantes en otras ciudades y los atentados a la Minga indígena. Se han reanimado las Asamblea Populares surgidas con antelación al paro del 2019 y en pocos días se organizaron, grupos para enfrentar al Esmad y defender los bloqueos.

El régimen como bestia herida ataca, utilizando todo su poder estatal y para estatal contra el paro. Esto exige que haya una respuesta inmediata y contundente desnudando cada falso argumento y trazando la orientación para los activistas y las masas.

Hay que concretar las Federaciones sindicales independientes y avanzar hacia una Central Sindical Revolucionaria; temporalmente hacer alianzas con las bases de las centrales sindicales en apoyo al paro para lograr las reivindicaciones de toda la clase obrera, y conquistar el lugar que merecen en la lucha general del pueblo, y con su actuación de avanzada, romper la creencia difundida entre la juventud de que todo el sindicalismo está podrido y es traidor.

En la lucha política, en el actual período las formas de organización que se destacan son las Asambleas que tienden a ser la forma embrionaria de un nuevo poder, donde las masas deciden sus asuntos. En tal sentido se hace necesario educarlas, hacerlas conscientes y generalizarlas, por cuanto constituyen lo nuevo, especialmente, pensando en el futuro Estado.

Asambleas por vereda y barrio, por institución educativa, centro de producción y empresa donde se resuelvan todos los asuntos, desde las exigencias al Estado hasta los problemas del abastecimiento, pasando por el problema de los dirigentes, grupos de choque y milicias populares.

Asambleas municipales, departamentales y nacionales que resuelvan los problemas a su nivel recogiendo las iniciativas y decisiones de las Asambleas realizadas por las bases.

Asambleas que se conviertan a su vez en la fuerza opuesta al burocratismo, a las maquinaciones por arriba, y de donde surja la dirección real de la lucha por decisión democrática de las bases, en contravía al método autocrático impuesto por los politiqueros y jefes vende-obreros.

No obstante, los altibajos que puedan presentarse, e incluso un repliegue temporal del movimiento dado su predominante carácter espontaneo por la debilidad de los comunistas y revolucionarios, no deben dispersarse ni abandonarse las nuevas formas de organización conquistadas porque pronto se presentarán nuevos y más radicales levantamientos, pues la situación es insoportable, no hay soluciones por parte de la burguesía y la mejor escuela para las masas es en el combate a sus enemigos. El elemento consciente debe aferrarse a esta verdad de apuño para saber actuar sin desalentarse y seguir orientando a las masas trabajadoras.

Para que este repunte de la lucha de clases logre el mayor avance, se requiere construir el Partido de la clase obrera como destacamento de vanguardia de los explotados. Preparar y organizar las fuerzas sigue siendo la tarea principal del elemento consciente, tarea que se facilita en el actual momento, pues las fuerzas cuya supuesta escases es argumento de muchos para no acometer los planes, florecen en los asensos del movimiento de masas, fuerzas disponibles para concretarlas y organizarlas con más audacia que en tiempos de relativa calma.

Ante la política de terror esgrimida por el régimen, las organizaciones políticas revolucionarias están obligadas a afinar en su disciplina consciente y como decía Stalin “rayana en lo militar”, afinar en su lucha contra la policía política, ahora también desde los medios digitales, acerar la unidad de voluntad, deponiendo cualquier mezquino interés individual sobre los más grandes y puros intereses de servir al pueblo.

Igualmente, es necesario dotar al movimiento de un Programa inmediato que sea la brújula para dirigirse por el camino revolucionario y no por el reformista. Un Programa que destaque los problemas a resolver y la solución de los mismos, de donde se deriven a la vez las consignas para la acción inmediata, de las cuales la prioritaria hoy es tumbar el régimen mafioso y paramilitar. No puede ser un Programa de exigencias al actual Estado de la burguesía incapaz para resolver ningún problema social, sino un Programa para que el pueblo lo abandere mediante sus nuevas formas de organización de masas, independiente y por la base, entendiendo que deben ser los embriones de un nuevo poder quien lo lleve a la práctica.

Comité de Dirección – Unión Obrera Comunista (mlm)
11 de mayo del 2021

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