La lucha contra el imperialismo es la lucha contra el capitalismo

Es necesario reflexionar sobre el asunto de Venezuela pues los comunistas debemos fijar una posición certera sobre los acontecimientos que se están desencadenando, sin olvidar que están relacionados por un lazo común con otros que se han ido desarrollando en otros países en los últimos años a través de la injerencia económica y política, unas veces, y/o la intervención militar, en otros muchos casos, como está ocurriendo en Siria, por poner un ejemplo reciente, lo que ha supuesto cientos de miles de muertos y la destrucción material de ciudades debido a los intereses económicos y geopolíticos que se disputan los distintos bloques hegemónicos imperialistas (unos con más claridad y energía que otros, dependiendo de su posición y fortaleza en la zona, pero todos con los mismos propósitos) y los gobiernos y estados que gravitan a su alrededor como satélites que les acompañan jugando un papel subalterno pero necesario para preservar sus intereses.
En Venezuela se vuelve a repetir el patrón clásico del capitalismo imperialista, concretándose en la guerra de rapiña por conquistar nuevos y mayores recursos naturales y su extensión por explotar mayor fuerza de trabajo asalariada, que se agrava por el enfrentamiento interimperialista, fruto de la fase superior pero agonizante del capital, lo que conlleva a mayores enfrentamientos bélicos locales y con el riesgo cada vez más acentuado de convertirse en continentales, siendo el proletariado la clase expuesta principalmente a soportar la penuria, miseria y muerte de dichos enfrentamientos interburgueses.
Todas las guerras en donde ondee la bandera del capital tienen ese propósito, ya sea que se desarrolle envuelto con la vestimenta militar-invasora, ya sea envuelta en el ropaje democrático legalista para hacer cumplir los derechos humanos universales pues de lo que se trata es de ensanchar la influencia económica y poderío político-militar en el enfrentamiento de unos capitales con otros. Siguiendo esta lógica que determina el funcionamiento del capital a través de férreas leyes económicas a nivel internacional, no se puede esgrimir la bondad o maldad de un bloque imperialista u otro, pues, dada su naturaleza interna, son empujados irremediablemente a actuar por conseguir el fin previsto: ser más fuerte que el adversario para poder dominar la escena económica y política como capital, es decir, como productor de plusvalía y su posterior acumulación de capital, dispuesto a actuar nuevamente como tal. NO HAY CAPITALES MEJORES O PEORES, SEAN NACIONALES O INTERNACIONALES, GRANDES O PEQUEÑOS, NI GUERRAS JUSTAS E INJUSTAS BAJO EL IMPERIO DEL CAPITAL, ESTANDO AMPARADAS EN UN MANDADO LEGAL O ILEGAL, PUES PERSIGUEN UNAS Y OTRAS EL MISMO OBJETIVO.
No hay que olvidar las leyes del orden social capitalista para comprender lo que está ocurriendo en Venezuela, así como en otros lugares del mundo, esto es, para comprender que los recursos naturales del planeta son codiciados por capitales que se organizan internacionalmente para luchar unos contra otros con el objeto de apropiárselos. Hay que tener en cuenta que Venezuela cuenta con las mayores reservas petrolíferas del mundo y otros recursos minerales, y, a la vez, es un país incómodo desde el punto de vista político para el dominio del capital imperialista norteamericano en la zona. Los triunfos electorales de las fuerzas pro norteamericanas en Colombia y Brasil han favorecido la táctica del gobierno de Trump presionando la pinza que le hacen desde las fronteras de volver a la carga para derribar al gobierno de Maduro, representante de la fracción de la burguesía venezolana nacionalista que controla la industria petrolera venezolana nacionalizada, en fuerte oposición a la otra fracción de la burguesía venezolana pro norteamericana alineada con los intereses del imperialismo norteamericano para repartirse el negocio del petróleo mediante la privatización del sector energético, entre otros. En esta lucha no se puede perder de vista el papel de los otros capitales imperialistas con los cuantiosos negocios que tienen tanto la burguesía española como la europea agrupadas en la Unión Europea. China y Rusia están jugando un papel solapado pero no menos importante para sus intereses imperialistas puesto que apoyan al gobierno de Maduro no con vista a favorecer la independencia de Venezuela, sino de atraérselo a sus posiciones políticas internacionales e intereses económicos en oposición a la U.E. y EE.UU. De ahí sus diferentes posiciones ante el desarrollo de los acontecimientos. Lo que está claro es que ninguno de los actores que participan activamente en los acontecimientos se posiciona con el pueblo al margen de sus distintos “representantes legales”, pues no entra en sus planes la verdadera independencia de la clase obrera para poder liberarse del dominio de la burguesía, ya sea nacional o internacional, verdadera responsable de su explotación y opresión de clase.
Venezuela es un ejemplo viviente hacia donde se dirige el socialismo siglo XXI, ese engendro democrático burgués que se quiere vender al proletariado como un régimen bondadoso que se desvive por el progreso de la Humanidad en lucha abierta contra el imperialismo. Se presentan como salvadores de patrias en la defensa de la soberanía nacional, cuando no son más que reacciones pequeño-burguesas contra el capital monopolista. Los ideólogos del socialismo del siglo XXI critican a la burguesía imperialista, amparándose en las pésimas condiciones de vida del proletariado, para descargar la culpa de los males de la Humanidad sobre ellos, sin reparar que la explotación del proletariado es consecuencia del régimen de producción capitalista en donde la actual fase del desarrollo capitalista es incomprensible sin el dominio del capital monopolista. ¿Es que se propone la existencia de la propiedad privada capitalista sin la existencia del capital financiero o sometido al Estado democrático burgués? Si es así es no comprender la naturaleza del capital y las leyes de su desarrollo o, comprenderlo, y ocultarlo para que el proletariado acepte y se someta a dicho régimen como algo natural, como pueden ser las catástrofes naturales. Estos ideólogos que defienden esta teoría reaccionaria se afanan por demostrar la cara criminal del capital imperialista de una manera hipócrita, pues ocultan bajo el manto de su antiimperialismo yanqui y defensa de la patria bolivariana las verdaderas causas de la explotación y opresión del proletariado: la existencia de las relaciones capitalistas. Con dicho socialismo burgués se pretende encubrir los intereses de la burguesía nacional venezolana frente a la rapiña del capital internacional pero sin luchar por la liberación del proletariado en su lucha contra el sistema capitalista y por la construcción de la sociedad comunista, sociedad libre de clases sociales. El socialismo del siglo XXI no puede ser la vía de la liberación del proletariado pues basa su acción en la teoría y las directrices burguesas de respeto a las clases sociales y su desenvolvimiento por medio de mecanismos democráticos burgueses, lo que imposibilita el asalto al poder político y la destrucción de las relaciones sociales capitalistas, núcleo económico de la existencia de clases y mecanismo social para la explotación y opresión del proletariado. Este tipo de socialismo es una variante de la clásica teoría revisionista que niega tanto la revolución proletaria m-l (guerra popular), como la construcción del socialismo a través de la Dictadura del Proletariado, situándose en la conquistas democráticas del Estado burgués para mediante transformaciones democráticas eliminar las diferencias sociales. El revisionismo pretende eliminar la explotación asalariada conciliando el capital con la revolución democrática en otro engendro bautizado como propiedad estatal socialista o nacionalización de los sectores estratégicos como propiedad estatal. En el fondo, el revisionismo niega la lucha de clases como oposición antagónica del proletariado y la burguesía y su consecuencia: la eliminación de un polo, en este caso, la burguesía, representante de las relaciones capitalistas de producción, para eliminar la contradicción. Y, con ello, negar también el otro polo, el proletariado, al construir las condiciones materiales y políticas para crear un nuevo orden social en donde no existan clases sociales.
La posición del proletariado revolucionario ante los acontecimientos de Venezuela es apoyar la no intervención económica o militar pues en las actuales circunstancias cualquier intervención sería por parte del imperialismo de uno u otro signo, ya que el comunismo revolucionario no tiene capacidad política de intervención efectiva, aunque sí de posicionarse para esclarecer la línea de intervención revolucionaria. Si no se puede apoyar al gobierno de Maduro pues no representa a los intereses estratégicos del proletariado venezolano, sino, por el contrario, a la fracción burguesa nacional que detenta los resortes del poder económico y político (su programa de gobierno y su acción política así lo evidencia) tampoco se puede apoyar a ningún tipo de imperialismo por las razones que hemos esgrimido anteriormente.
¿Cuál debe ser, pues, la posición del proletariado revolucionario antes los acontecimientos que se están desarrollando? En primer lugar esclarecer políticamente la situación desde el punto de vista de los intereses estratégicos del proletariado. En segundo lugar subrayar que la única manera realmente revolucionaria de lucha contra el capital es preparar e impulsar la Revolución Proletaria Mundial, de acuerdo a la fase actual del desarrollo capitalista. Para ello es imprescindible la reconstitución de partidos comunistas en cada país como el partido que organice al proletariado a nivel mundial, es decir, reconstituir un sistema de partidos bajo la matriz de un gran movimiento revolucionario, fusión de la vanguardia del proletariado y la parte de las masas explotadas por el capital que una los principios del socialismo a la lucha de clases por transformar de raíz a la sociedad.
La esencia del internacionalismo proletario no es promover la neutralidad o no injerencia política en pro de la soberanía nacional, pues ello es un principio de la legalidad burguesa que se salta precisamente el capital monopolista por la fuerza de los hechos consumados, sino favorecer el apoyo y la intervención revolucionaria a los intereses de la clase obrera en cualquier parte del mundo sin tener en cuenta las fronteras nacionales. Este principio es absoluto, incondicional, siempre y cuando sea para defender los intereses del proletariado como clase internacional, como así ha ocurrido en la historia del movimiento comunista.
 

¡¡POR LA REVOLUCIÓN PROLETARIA MUNDIAL!!

¡¡ VIVA EL INTERNACIONALISMO PROLETARIO!!

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